Azcona y Windmark eran dos peliculeros muy jodíos, de lo buenos que eran los cabrones.
Azcona escribió buena parte de lo mejor del cine español, como su impagable El verdugo, y ha trabajado hasta el último aliento en la versión de los estremecedores relatos de Los girasoles ciegos, uno de los grandes títulos de los últimos años en esta España de lodo narrativo.
A Widmark lo recordaremos por su contribución al cine negro, por hermosos western (que, como decía Miguel Torga, son una de las cosas más bonitas de esta vida), como Dos cabalgan juntos o El Álamo, y por encarnar al implacable fiscal de los juicios de Núremberg en Vencedores o vencidos.
Jodíos peliculeros.
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