Ahora que Esperanza Aguirre, hasta hace poco conocida como Espe, amenaza con convertirse en una especie de Lady Macbeth del PP, conviene recordar que el relativo éxito de su carrera política hay que atribuírselo en buena medida a dos personajes. Primero, Rafael Simancas, que con su legendaria torpeza política consiguió que dos tránsfugas le impidiesen primero formar gobierno en la comunidad de Madrid y, segundo, ganar las consiguientes elecciones autonómicas frente a una bisoña Espe. Simancas la elevó al altar madrileño y su proximidad (por decirlo suavemente) a Jimenez Losantos (con perdón) y Pedro J. Ramírez (también con perdón) hizo el resto. Ahora le llaman la lideresa y a ver cómo se las gasta el ingenuo Rajoy, que toda su vida ha sido un vice y que parece que no tiene mimbres para pasar de vice, para zafarse de esta Lady Macbeth de andar por casa.
Pero el gran culpable, el tipo al que realmente tenemos que darle las gracias por haber encumbrado a Espe a la cima mediática es Pablo Carbonell, que en su caótica etapa en Caiga quien Caiga la convirtió en un icono (de la inteligencia breve, sí, pero icono al fin y al cabo) televisivo. Pablito, Pablito, majete, estabas más guapo callado o cantando tus cancioncitas del agüita amarilla y demás chorradas de Toreros Muertos.
Porque tú, Pablito, creaste el monstruo y ahora lo tenemos que aguantar todos. Muy gracioso, hombre, muy gracioso.
1 comentario:
Luis, es una pena que justo hoy haya decidido aparcar por una temporada mi blog, porque enlazaría sin dudarlo con este estupendo post tuyo.
Otra cosa, ya te he añadido en mi lista de Bloglines (columna de la derecha sobre los blogs que leo).
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