Ahora la culpa va a ser de los genes. Según un investigador israelí, algunos de los tiranos más crueles de la historia, entre los que se cuentan Hitler y Stalin, tendrían en común alguna característica genética que los haría particularmente egoístas, hasta el extremo de carecer por completo de escrúpulos a la hora de maltratar e incluso exterminar a otros seres humanos. Partiendo de mi absoluta ignorancia sobre la especialidad genética, lo que desprenden en general este tipo de informaciones es, más que una explicación de unos hechos históricos concretos, una cierta de vía de escape para justificar de forma seudocientífica unos acontecimientos que, en realidad, sólo respondieron a la voluntad de aniquilación de estos dictadores.
Vale que Hitler, Pol Pot, Pinochet, Stalin y toda la banda estaban averiados de la mollera. Correcto. Pero de ahí a decir que su destino como tiranos estaba predeterminado por la estructura de sus genes...
Uno cree, seguro que ingenuamente, que al margen de lo que esté escrito en nuestro ADN está nuestra libertad individual para elegir si queremos dedicarnos a la horticultura (aunque no estemos especialmente capacitados para ello) o a exterminar judíos (para lo que, además de la indudable vocación genocida que tenía Hitler, se necesita tener a mano un país o dos dispuestos a seguirle el juego).
¿Por qué echarle entonces la culpa de todo a los genes?
miércoles, 16 de abril de 2008
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1 comentario:
Echar la culpa a los genes de los desvaríos personales... Sí, es lo que tienen las ideologías naturalistas de corte determinista, que estarían muy bien si no fuesen tan decimonónicas. Saludos.
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