viernes, 29 de febrero de 2008

Forofos de papel


Como bien saben los corredores de San Fermín, un periódico no sólo sirve para leer. Enrollado y empuñado convenientemente puede ser utilizado, entre otras cosas, para zoscarle en las cachas al astado y enderezar su carrera hacia el coso pamplonica. La estrategia de usar la prensa escrita para zurrar al enemigo no es algo novedoso. Lo que sí resulta inquietante es que, en los últimos tiempos, los llamados diarios de tirada nacional (alguno de los cuales, por cierto, tiene menos tirada que otros etiquetados como regionales) se han contagiado de un virus que, hasta la fecha, solo era propio del periodismo deportivo: el forofismo. Estamos ya acostumbrados a que esas cabeceras, como el Marca, el As o los barceloneses Sport y Mundo Deportivo se dediquen a contar a sus lectores no la verdad de los hechos, sino exactamente lo que los aficionados del Madrid o el Barça quieren leer: que su equipo es el mejor del planeta, pase lo que pase sobre el césped. No hablemos ya de los diarios que son propiedad total o parcial de los clubes de los que hacen apología, como el coruñés Depor Sport, donde, obviamente, jamás aparecerá la mínima crítica a directivos o jugadores de la sociedad anómina deportiva propietaria del rotativo. En las radios también es ya habitual que los locutores o predicadores de las ondas pasen de informar y se entreguen, sin mayores rodeos, a agitar, a izquierda y derecha, las conciencias de sus sufridos oyentes, queya no esperan que les cuenten lo que pasa en el mundo, sino simplemente lo que quiern oír: que Zapatero es un rojo echado al monte que se está cargando España o que Rajoy es un peligroso extremista con el que las tropas de Franco volverán a desfilar por la Gran Vía madrileña. Otro tanto ocurre en las tertulias televisivas, donde los invitados se dividen (salvo honrosas y muy escasas excepciones) en dos bandos claramente afines a PSOE y PP, que repiten mecánicamente los argumentos pergeñados por los gurús de Ferraz y Génova.
Pero el concepto, que como diría Manquiña es lo más importante, se ha extendido a la llamada prensa seria. El País, El Mundo o La Razón lo demostraron el día después del tan analizado debate televisivo entre Zapatero y Rajoy. Cada uno sentenció que había ganado el suyo, porque eso, y no otra cosa, era lo que querían ver sus lectores en la portada del diario. ¿Dónde quedan la objetividad, el análisis razonado de los hechos y la sana crítica de la prensa al poder establecido?
La estampa se parecía a la de la noche electoral cuando, a pesar de la contundencia de los datos númericos y objetivos que arrojan cada cuatro años las urnas, todos, absolutamente todos los partidos, aseguran haber ganado los comicios, cuando, como es evidente, solo uno ha podido alzarse con el triunfo.
Lo dicho, el forofismo se puede cargar ese viejo y noble oficio antiguamente llamado periodismo, que tal vez haya encontrado un escondrijo en la blogosfera.

miércoles, 27 de febrero de 2008

Entrevista con Richard Ford sobre "The Lay of the Land"

Como complemento a la entrada sobre Richard Ford, aquí va esta entrevista con el autor sobre su última novela. El vídeo tiene truco: se escucha la entrevista, pero las imágenes son fotos fijas del escritor. Aun así, merece la pena escuchar al maestro.

La "nueva" novela de Richard Ford

Hace ya un año, el 8 de enero del 2007, publicaba en La Voz de Galicia el artículo que podéis leer más abajo sobre la última novela de Richard Ford, titulada en inglés The Lay of the Land y que supone el regreso del extraordinario personaje Frank Bascombe. Su sello de referencia en España, la editorial barcelonesa Anagrama todavía no ha sacado a la luz la versión en castellano del texto, una demora que ya empieza a intranquilizar a sus muchos devotos por estos pagos. Los que quieran degustar a Ford en su versión original pueden hacerse con el libro en inglés en la Fnac. La novela, como ya nos tiene acostumbrados Richard Ford, es una absoluta maravilla. En el artículo de La Voz avanzo un poco su contenido. Que sirva, al menos, de aperitivo:


El regreso de Bascombe
El norteamericano Richard Ford cierra con «The Lay of the Land» la trilogía dedicada al antiguo periodista deportivo
Luis Pousa
La Voz de Galicia, 8 de enero del 2007
«Me llamo Frank Bascombe y soy periodista deportivo». El memorable arranque de la novela El periodista deportivo , de Richard Ford, suponía el alumbramiento de uno de los personajes más sólidos de la narrativa norteamericana de los últimos tiempos. Corría 1983, Frank Bascombe tenía entonces 38 años, había publicado un libro de relatos y vivía de sus artículos en una revista especializada en deportes tras asistir al fracaso de su primer matrimonio y tener que afrontar el inabarcable vacío causado por la muerte de su hijo Ralph, de tan sólo 9 años. El periodista deportivo vio la luz en 1986, casi diez años antes de la publicación de El Día de la Independencia (1995), segunda aparición literaria del ya legendario Frank Bascombe. En la narración, con la que Ford ganó el célebre Premio Pulitzer, la acción se sitúa en el verano de 1988, a sólo unos días de los patrióticos festejos del 4 de julio. Frank Bascombe ya no ejerce el periodismo deportivo, ni mucho menos la literatura, vocaciones que ha abandonado por una rentable profesión de agente inmobiliario en Nueva Jersey.
El agente inmobiliario regresa ahora con la publicación en el mercado anglosajón del tercer volumen de esta serie, The Lay of the Land (2006), pendiente todavía de su traducción y publicación en España por Anagrama (el sello que ha editado en castellano sus otras cinco novelas y tres volúmenes de relatos).
En The Lay of the Land Bascombe cuenta ya con 55 años a sus espaldas, sigue siendo agente inmobiliario en Nueva Jersey, pero ya no vive en Haddam, sino en Sea-Clift, en una casa a pie de playa. Está en lo que él llama «el período permanente de la vida», una especie de estado de felicidad relativa (muy relativa) en el que ni los problemas ni las ilusiones sacuden demasiado la conciencia del ciudadano occidental medio, ese perfil que encarna como nadie Bascombe, un tipo corriente instalado sin traumas en la dorada mediocridad a la que aspiraban los clásicos.
Otra fiesta
Es noviembre del 2000. Faltan sólo un par de jornadas para el Día de Acción de Gracias (de nuevo otra fiesta en el eje de la narración, como en las dos anteriores piezas de la celebrada trilogía: Viernes Santo en El periodista deportivo y el 4 de julio en El Día de la Independencia ) y Bascombe deambula por las autopistas, centros comerciales y otros paisajes urbanos de Nueva Jersey con sus derrotas a cuestas, peleando a la contra (que diría otro gran yanqui: Charles Bukowski) con un cáncer de próstata y la amenaza de un segundo divorcio.
Richard Ford ha elegido para ubicar el relato con el que cierra esta fabulosa trilogía un momento de incertidumbre (la época del ajustado recuento de los votos en Florida tras las elecciones que enfrentaron a Gore y Bush en el año 2000) muy apropiado para la atmósfera de escasas certezas en la que respira Bascombe, ese antiguo periodista deportivo azotado por las huellas que va dejando la existencia en nuestra memoria.
La narración, saludada con entusiasmo por la crítica anglosajona, fue seleccionada por The New York Times como uno de los diez mejores libros del 2006. Según ha apuntado Ford en las entrevistas que ha concedido desde la aparición del volumen el pasado noviembre, The Lay of the Land no sólo será la última pieza del ciclo dedicado al antihéroe Bascombe, sino que será, además, la última novela de largo recorrido del autor (la edición inglesa suma 496 páginas), que se confiesa exhausto tras alcanzar logros literarios como esta trilogía con vocación de clásico de las letras norteamericanas.

martes, 26 de febrero de 2008

Charles Bukowski (dinosauria, we)

Un lujo. Escuchar la voz del gran Charles Bukowski recitando este poema es, sencillamente, impagable. El gran Chinaski nos cautiva con su voz poderosa, de marcado acento californiano. Para escuchar una y otra vez. Bukowski, el mejor poeta del último medio siglo.

El orador

Me he encontrado en YouTube esta pequeña joya oratoria de Ramón Gómez de la Serna. Escuchar al gran Rámón nos ayudará a desintoxicarnos de la sobredosis que padecemos de mítines, discursos y promesas facilonas. Más literatura y menos política.